Diabetes: preguntas frecuentes sobre el verano
Encuentra respuesta a las preguntas más frecuentes que te ayudarán a gestionar la diabetes durante las altas temperaturas del verano.
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Dietista-Nutricionista: Irene Iris Scappin Número de Colegiada: CAT002182
6/4/20257 min leer


Con la llegada del verano, la planificación espontánea tiende a reemplazar las agendas rígidas, empujando la rutina a un segundo plano. Este fenómeno cultural impulsa la necesidad de considerar factores clave que deben ser tomados en cuenta al momento de gestionar actividades o eventos durante esta estación. En esencia, el propósito es guiarte sobre cómo navegar y optimizar la gestión de la diabetes en un periodo caracterizado por la improvisación y la flexibilidad.
¿Cómo afectan los cambios de rutina de verano a la gestión de la diabetes?
Los cambios de horario, como levantarse o acostarse más tarde y modificar los horarios de comida, pueden impactar la gestión de la diabetes. Si bien las insulinas y los sistemas de bomba y sensor actuales ofrecen más flexibilidad que en el pasado, el cuerpo tiene necesidades de insulina que varían a lo largo del día. Por ejemplo, los adolescentes, de 11 a 20 años, suelen requerir más insulina por la noche (fenómeno del alba) y bajan por la mañana y la tarde. Un cambio drástico en el desayuno, de las 7 a las 11 de la mañana, puede requerir ajustes en la pauta de insulina, especialmente la ratio de insulina por carbohidratos. Es crucial observar cómo el cuerpo reacciona a estos cambios para adaptar el tratamiento y consultar al equipo médico si es necesario. Aunque la diabetes se gestiona mejor con regularidad, es importante encontrar un equilibrio para disfrutar del verano sin abandonar el control.
¿Se puede ser flexible con la pauta de insulina durante el verano?
Sí, es totalmente necesario adaptar la pauta de insulina para no desaprovechar el verano. La flexibilidad significa poder ajustar las dosis o los horarios de inyección para acomodar actividades de vacaciones como comer más tarde o acostarse más tarde. Los sistemas de dosificación automática de insulina (bombas y sensores) suelen adaptarse mejor a estos cambios de forma automatizada. Sin embargo, si se usa insulina en múltiples dosis, es fundamental observar cómo los cambios de rutina afectan los niveles de glucosa. Es importante recordar que la flexibilidad no significa "olvidarse de la diabetes" o tomar "vacaciones de la diabetes" sin control. La clave es hacer pruebas progresivas, por ejemplo, cambiar la hora de la comida por 30 minutos y observar la glucemia con el sensor. Esta adaptación es más sencilla si se tiene un buen control general de la diabetes durante el año.
¿Cómo afectan las altas temperaturas a la insulina y a los dispositivos de monitoreo?
El calor afecta negativamente la insulina, ya que es una proteína que puede perder su función a temperaturas elevadas (por encima de 28-30 grados Celsius). La insulina sin usar debe conservarse en la nevera, y la que está en uso, fuera de ella, debe estar por debajo de estas temperaturas. En lugares con mucho calor, se recomienda guardar la insulina en la nevera. Si se sospecha que la insulina ha estado expuesta a altas temperaturas (por ejemplo, en un coche bajo el sol), es mejor desecharla por seguridad. En cuanto a los dispositivos tecnológicos como las bombas de insulina y los sensores de glucosa, también requieren precauciones. La insulina cargada en la bomba puede alterarse más rápido con el calor, por lo que se recomienda rellenar el cartucho con menos dosis para cambiarlo más frecuentemente (cada dos o tres días en días de calor intenso). Los sensores de glucosa funcionan correctamente entre 5 y 40 grados Celsius, pero la exposición directa al sol puede hacer que dejen de funcionar. Una buena hidratación es crucial para el funcionamiento adecuado de los sensores, ya que la deshidratación puede afectar la lectura de glucosa a nivel donde mide el sensor.
¿El calor influye en la aparición de hipoglucemias?
Sí, el calor puede aumentar la tendencia a las hipoglucemias. Las altas temperaturas elevan la eficiencia de la absorción de la insulina inyectada debido a la vasodilatación, lo que significa que la misma dosis de insulina puede tener un efecto más potente. Esto puede llevar a una mayor sensibilidad a la insulina y, por ende, a hipoglucemias. Adicionalmente, el calor puede disminuir el apetito, llevando a una ingesta menor de carbohidratos, grasas o proteínas, lo cual también puede influir en los niveles de glucosa. Estudios han demostrado un aumento en el tiempo en hipoglucemia de nivel dos (menos de 55 mg/dL) al inicio de olas de calor, aunque esta tendencia disminuye a medida que la persona se adapta. Por ello, es importante monitorear de cerca los niveles de glucosa y ajustar las dosis de insulina o la ingesta de carbohidratos si se observa esta mayor sensibilidad.
¿Qué recomendaciones hay para manejar los viajes y desplazamientos con diabetes?
Al viajar, es esencial duplicar el tratamiento necesario, incluyendo insulina, glucómetro, sensores, fungibles para bomba de insulina, glucosa para hipoglucemias y glucagón. Este material indispensable no debe facturarse, sino llevarse consigo, idealmente distribuido en dos partes o entre dos personas si se viaja acompañado, para evitar problemas en caso de pérdida o robo del equipaje. En aeropuertos, se recomienda llevar un informe médico actualizado, preferiblemente en inglés, que especifique el tipo de diabetes y el tratamiento, para explicar la necesidad de llevar ciertos medicamentos. Es fundamental avisar a los controles de seguridad para no pasar la bomba de insulina por el escáner, ya que esto podría dañarla, y solicitar una revisión manual. Contar con un seguro de viaje que cubra gastos médicos y la reposición de medicamentos también es muy recomendable.
¿Cómo se puede mantener la cadena de frío de la insulina y el glucagón durante viajes largos?
Para viajes largos, es fundamental mantener la cadena de frío. Las carteras frías o neveritas de viaje están diseñadas para mantener la insulina a una temperatura adecuada (aproximadamente entre 14-20 grados Celsius) por casi 24 horas, sin congelarla. Es importante que la insulina no sufra cambios bruscos de temperatura. Por ejemplo, al sacar la insulina de la farmacia, se debe llevar directamente a la nevera de casa y luego a la nevera de viaje para el trayecto. Al llegar al destino, se debe volver a refrigerar rápidamente. En cuanto al glucagón inyectado, su presentación en polvo es estable por debajo de los 30 grados Celsius por un periodo prolongado; el riesgo de alteración aumenta una vez reconstituido, por lo que debe mantenerse refrigerado si ya está en solución. En viajes de larga duración, las neveritas de viaje son la opción principal para conservar la insulina y el glucagón.
¿Cuáles son los consejos para gestionar las comidas fuera de casa en verano?
La clave para gestionar las comidas fuera de casa es tener un buen conocimiento previo de los alimentos y sus contenidos de carbohidratos. Se recomienda practicar este cálculo en casa con alimentos conocidos antes de aventurarse a comer fuera, especialmente en lugares con ruido y largas esperas como chiringuitos de playa. Es crucial saber calcular la dosis de insulina según los carbohidratos ingeridos (ratio de insulina por carbohidratos). Si no se tiene esta habilidad, afrontar comidas nuevas será más difícil. Los alimentos típicos del verano que suelen generar mayores picos de glucosa son aquellos que no se consumen regularmente durante el año, como ciertas frutas de temporada (melón, sandía, fresas, cerezas) o platos con alto contenido de carbohidratos o grasas, como la paella o las pizzas. Para las frutas, es útil repasar las tablas de hidratos de carbono. Para comidas ricas en grasa y proteína (pizzas, hamburguesas), es común que la glucemia aumente varias horas después (2-3 horas) de la ingesta debido a la digestión lenta y la liberación de glucagón. En estos casos, a menudo se necesita una doble inyección de insulina: una antes de comer y otra 2-3 horas después. Es fundamental consultar con el equipo médico para abordar estas situaciones de forma personalizada. Incorporar vegetales y fibra al inicio de las comidas puede ayudar a retrasar la digestión de los carbohidratos y moderar los picos de glucosa. En cuanto a los helados, los de hielo (tipo polo) tienden a generar picos más rápidos que los de crema debido a su bajo contenido de grasa. Para los helados artesanales, es útil usar una referencia estándar (ej. 40g de helado de crema = 10g de carbohidratos) dado que no siempre se conoce su composición exacta. Se desaconsejan los productos "para diabéticos" o "sin azúcares añadidos" porque contienen polialcoholes que pueden ser difíciles de calcular y pueden generar efectos glucémicos impredecibles. Lo ideal es consumir helados normales y calcular bien los carbohidratos para ajustar la insulina.
¿Qué precauciones se deben tomar con la actividad física y el deporte en verano?
En verano, la actividad física puede variar: algunos hacen menos ejercicio, otros aumentan su nivel de actividad de forma no planificada (caminando más en viajes) o cambian sus horarios de ejercicio debido al calor. Es fundamental considerar el nivel de glucosa actual y la insulina activa (cantidad de insulina rápida funcionando en el cuerpo) antes de realizar cualquier actividad. Si hay mucha insulina activa, incluso un nivel de glucosa ligeramente elevado puede llevar rápidamente a una hipoglucemia durante el ejercicio. Las temperaturas elevadas también potencian la acción de la insulina. Por lo tanto, la combinación de calor y ejercicio puede aumentar la sensibilidad a la insulina, requiriendo ajustes en las dosis o una mayor ingesta de carbohidratos. Es importante monitorear continuamente la glucosa durante el ejercicio, especialmente si es prolongado, para repostar carbohidratos según sea necesario. El efecto del ejercicio puede mantenerse hasta 12 o 24 horas después de una actividad intensa, por lo que la gestión de la glucosa debe continuar en las horas posteriores. Finalmente, la hidratación es crucial. Si bien la deshidratación leve no causa directamente un aumento significativo de la glucemia, el cuerpo libera hormonas que pueden tener un efecto hiperglucemiante. Una buena hidratación asegura el funcionamiento adecuado de los sensores de glucosa y el bienestar general, especialmente durante actividades al aire libre con mayor pérdida de líquidos por sudoración. Se recomienda hidratarse también a través del consumo de vegetales, frutas y verduras.
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